domingo, 7 de febrero de 2010

Un pedazo de Francia en Madrid.

Ya había oído hablar de este pequeña incursión francesa en tierras madrileñas, y porfin nos decidimos a probarlo aprovechando la apertura de una nueva sucursal a las puertas del Parque de Berlín que tantos recuerdos me trae y casi enfrente de la mas genial Enoteca Barolo.



Un local de pequeño tamaño para no más de 25-30 comensales, con luz algo tenue por no decir escasa, que podría invitar a escenas románticas, pero el local resulta algo ruidoso, bueno, los locales no son ruidosos, lo somos los españoles, las mesas un poco juntas, pero recordar que estamos en un Bistrot, no es un restaurante de lujo, algo informal de los que los franceses por fama de estirados que tengan también lo saben hacer bien.



El servicio es amable y cercano, la cocina es ágil, los platos salen de la cocina a su justo tiempo, aunque hubo un pequeño desencuentro con un punto de la carne y tardo un poquito en volver el plato a la mesa.


La carta no es muy larga, pero tiene los típicos entrantes a la francesa, foie, tarrinas, ensaladas,… segundos con una pizca de creatividad que les hace ya simplemente atrayentes al oído, y lo bueno es que su realización es buena.



El Steak tartar más que correcto, el confit bien y con unas patatas en su punto, solomillo de cerdo con cobertura de oliva negra jugoso y sabroso, dorada en papillote muy agradable, y los postres de categoría, con los pies en la tierra que no estamos en un estrella Michelin, pero muy bien resueltos. El tatin de manzana soberbio, la piña muy sabrosa, quizá la creme brule algo escasa, y el coulant de chocolate en su punto.



Hablando de la carta de vinos, basada en bodegas bio (al menos las que conozco las son) es algo corta y de distribución de denominaciones algo extraña, varios vinos de la misma denominación o región en una carta tan corta es algo como ya digo extraño.


Con el océano de vinos en el mercado francés es algo frustrante, pero que se le va a hacer. Tomamos un Bandol blanco, con una oxidación algo extraña ya que no parecía de botella si no de elaboración, y de tinto un Loira no grandioso pero agradable de beber y cumplía con su cometido.



Me ha gustado y creo que volveré, y con lo criticón que soy es una buena opción de no arruinarte y comer a lo francés, quizá una mañana para aprovechar la luz del día que seguro inundara el local, y en verano espero pongan la terraza, salir de una cata de la Enoteca y rematar con una cena agradable.



Saludos.




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Aquí os iré presentando mis opiniones personales y comentarios de ciertas experiencias gastronómicas y vinícolas que me irán sucediendo.


El catador enmascarado.