jueves, 29 de abril de 2010

Sigo a Andrés desde Balzac y por donde paso dejó huella en mi hasta ahora.

A Balzac sólo fui una vez y me gusto, sin locura pero estaba bien, disfrute varias veces de su Azul Profundo, y lamenté profundamente que lo dejara. En Alboroque creo que empezó a rozar el cielo, lastima los precios que se manejaban en carta, pero el local y el servicio había que pagarlo.
Ahora parece que vuelve a estar a las riendas de su propio local, y con la mente abierta nos acercamos a cenar.

El local es muy interesante, en los bajos del Hotel Suites Mirador de chamartín, amplio, techos altos, de día debe ser muy luminoso, cocina casi a la vista: Los alrededores no es que tengan ningún encanto como para darse un paseo después de llenar la barriga, pero bueno, lo importante es lo que hay en la mesa.


Recibe él mismo, que es algo agradable, las mesas amplias, buen servicio de mesa, manteles y esas cosas.

El servicio de sala es amable, quiza algo "familiar", ni tanto ni tan calvo, ni me gustan los estirados ni los colegitas, y si el camarero no sabe de vinos, mejor no decir nada que queda muy mal creer saber y no distinguir entre blancos o tintos y no estar familiarizado con la carta de vinos.
Elegimos el menú Bistró, que comezó con un moje de humus muy rico, bueno este es un entrante fuera del menú, de verdad empezó con una brandada de esturión y bacalao, muy rico. Seguimos con un huevo poche a baja temperatura con patatas y tomate, sabroso y rico, aunque demasiado sencillo para lo esperado.

Empiezan los platos principales y el primero es un risoto al vino con cigalitas, también muy sabroso, gustoso y perfecto punto del arroz.
Le sigue un salmonete con un caldo japonés, el caldo riquisimo, si lo vendiesen embotellado me compraría un bidón, pero el salmonete no lo entendí, y digo eso ya que más que un salmonete aprecia un salmón, por el tamaño, de un grosor de 2cm, nada de grasa y tirando a seco. Estoy acostumbrado a los salmonetes desde pezqueñines a los de medio tamaño, pero este creo que su tamaño era excesivo y si así son, no me gustan nada, no hay finura ni en textura ni en sabor, una lastima de plato.

Terminan los platos principales con una carne, jarrete de cerdo ibérico, jugoso, meloso, se deshacía en la boca, un buen plato, sin darme un vuelco a la cabeza pero bien realizado.
La panza esta bien llena, las raciones están bastante bien, tirando a grandes para una cena, y para rematar el llenado, un postre de chocolate, sopa Azteca. Para volver loco a un amante del chocolate, pero quiza algo pesado tras tanta comida, pero el plato en si es una gozada de sabores y con una sorpresita por encima, pero no lo diré ya que Andrés tampoco lo quiso decir al preguntarle por el postre al tomar la comanda.

Otra cosa a destacar como mejorable son los precios de las bebidas, los refrescos y los cafés mejor tomarlos en casa, 4 € cada uno, un exceso algo feo.

La carta de vinos esta más que correcta, pero los vinos interesantes todos son añadas recientes, 2007 como mucho, poco curro tuvo el que la diseño, hay que trabajarla algo más y aunque sean botellas contadas ofrecer añadas más viejas, ciertos vinos están duros tan jóvenes con este tipo de cocina.

En definitiva, Andrés creo que no esta en su mejor nivel, también hay que considerar que no son los 100 euros que costaba Alboroque, pero me viene a la cabeza el Azul Profundo. No voy a desaconsejar ir ni mucho menos, pero quiza habrá que dejarle unos meses a ver si termina de encajar todo, incluido precios, algo altos para un bistró, pero no nos engañemos, no es bistró, aquí está su primer desacierto. Por 75 € que salimos por cabeza creo que hay que dar más, no en cantidades, creatividad por favor y sin fallos de producto, creo que es lo que buscamos en este tipo de cocineros.

Saludos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aquí os iré presentando mis opiniones personales y comentarios de ciertas experiencias gastronómicas y vinícolas que me irán sucediendo.


El catador enmascarado.